jueves, 3 de marzo de 2011

Una de post-post-Oscares

Como ya es jueves, esto de los Oscares seguro ya está fuera de las cabezas de todos, ya es tema passé, pues (más, si Charlie Sheen sigue dando entrevistas).



Y sin embargo, después de haber leído varias reseñas sobre lo aburrídisimo de la entrega, lo predecible de los premios, lo soso de James Franco conduciendo, una idea me da vueltas. Todos sabemos que varias veces la Academia ha favorecido películas olvidables y hecho a un lado otras que resultan cruciales para la historia del cine, y de la cultura popular en general. Uno de los ejemplos favoritos es el triunfo de Kramer vs. Kramer, que tuvo a Apocalypse Now como la contendiente "que sí era la buena".

Aquí va mi declaración sumamente anti-cool. Ya sé que en el mundo de "las cosas importantes", querer invadir Polonia tras escuchar a Wagner rankea muchísimo más alto que ver el divorcio de una pareja y sus broncas de custodia. Pero si algo resulta fascinante, si algo hace que yo siga viendo esa película cada vez que la vuelvo a encontrar en la tele, es que ofrece una imagen bastante interesante, y extremadamente rara, de la evolución emocional de un personaje masculino que tiene que establecer una relación maternal con su hijo. Es una película con la que asimilamos que es posible la masculinidad de otra manera.

Y yo sé que es mi opinión personal, y que para más inri, yo represento por partida doble todo lo que para hollywood es indeseable (soy mujer y tengo más de 25, así que en términos prácticos, no existo para ellos) pero a veces me resulta un poco triste que la ninguneen tanto ante el olor del napalm por las mañanas.

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