Hace 6 años
jueves, 26 de marzo de 2009
Pro Choice | Pro Life
Una de las cosas que más me gustan del inglés es la facilidad con la que sintetizan conceptos complejos, ideas, incluso personas, en una sola palabra. Una palabra o expresión que engloba toda una manera de ver la vida o una postura ante ésta.
En español, pro-vida se corresponde con el prolife anglo, pero no existe, o al menos yo no conozco la contraparte de prochoice; pro-aborto se queda muy corto con las implicaciones de ser pro-elección, y este término suena forzado, falto del espíritu que siento que tiene asumirse como pro-choice.
Una de las batallas-efigie del feminismo ha sido, desde los sesenta, la batalla por el control sobre el cuerpo femenino, en particular por el control de la reproducción. Las feministas sesenteras proclamaban que uno de los grandes obstáculos para la realización plena de una mujer era la inconsciente e irrevocable maternidad a la que la mayoría de ellas se sometía sin siquiera pensar en por qué se hacía, porque era lo que tenía que hacerse. Esta maternidad a tempranas edades impedía pensar en el propio cuerpo como algo más que una incubadora, necesaria para seguir perpetuando el apellido del padre de las criaturas. Además del acceso a los métodos anticonceptivos para ejercer una sexualidad libre de la necesidad de concebir, las feministas exigían y exigen como un derecho femenino la posibilidad de hacerse abortos en condiciones óptimas; sin clandestinidades ni riesgos para la paciente, que además de pasar por la tortura mental de una de las decisiones más difíciles de su vida, tenía que arriesgarse a quedar en la plancha de algún matasanos oportunista.
Ese sigue siendo uno de los puntos más debatidos acerca de las bondades y maldades del feminismo: quienes están en contra del aborto buscan quitarle legitimidad a un movimiento completo, satanizando a las mujeres que se identifican como feministas, y caricaturizándolas como lesbianas asesinas de los bebés creados por obra de diosnuestroseñor. Hablan de que las mujeres casquivanas, que flaquearon ante la calentura y fallaron en la custodia de la pureza, deberían pagar las consecuencias, llevar el embarazo a término, y ya si no quieren al chamaco, darlo en adopción a alguna pareja que lo quiera. Por lo general, los que dicen esto son hombres, o son mujeres que lo dicen a la luz de las enseñanzas patriarcales de una religión tan misógina como la católica. La peor parte, la más insultante, es cuando insinúan, o dicen explícitamente, que al legalizar los abortos todas las mujeres que se embaracen van a salir corriendo a hacerse legrados, como si se tratara de manicures o faciales. Ésta, es la visión pro-life, pro lavida de un feto antes que de una mujer; incluso antes que la vida de un niño que ya nació. ¿Cuántas veces no hemos visto que sacerdotes preocupadísimos o damas del perpetuo socorro van a meterse con mujeres menores de edad y las convencen de tener hijos de violaciones? ¿Cuántas de esas buenas conciencias creen que le pasen una pensión mensual para pañales, comida o colegiatura a esas madres hechas a fuerza de culpa judeocristiana?
Como me imagino que ya es más que evidente, yo soy pro-choice; estoy en favor de que una mujer pueda decidir si quiere y cuándo quiere tener hijos. Y pienso que si toma una decisión tan fuerte como abortar por un embarazo accidental, por no tener dinero, por no querer ser madre, por el motivo que sea, debe poder hacerlo en las mejores condiciones posibles. Sin que culpas externas le sean impuestas por los empresarios del pan de caja o del capitalismo salvaje, por jerarcas de la iglesia que jamás van a tener idea de lo que es concebir, parir y mantener un niño (los mismo jerarcas que se hacen los ciegos, sordos y mudos ante evidencias innegables de abuso infantil por sus compañeros de secta) o por abogados preocupadísimos por el carácter legal de la vida del feto.
Pro-choice; pro-elección; pro-poder de decisión. La posibilidad de que la decisión de una mujer de qué hacer con su cuerpo sin que tomen cartas aquellas personas, instituciones o entes que siguen considerando a una mujer como un ser débil mental, dependiente e incapaz de razonar, es una de las razones por las que debemos dar gracias por esos triunfos de las mujeres que nos antecedieron. Y es una de las razones por las que debemos seguir luchando hasta que todas las mujeres tengan esa responsabilidad sobre ellas mismas.
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