miércoles, 8 de abril de 2009

Maravillosa Mujer Maravilla

Me encantan los cómics. Todo lo que tenga que ver con ellos. Sin embargo, reconozco que sé poco del género super-heroico; sé lo suficiente para saber que prefiero a DC que a Marvel, y que me encantan las historias de Batman. Sé que a la Mujer Maravilla la inventó un doctor en la década de los cuarenta del siglo XX y sé que Linda Carter fue la encarnación televisiva que nos hizo a tantas niñas en los ochenta dar vueltas hasta marearnos para cambiar de Diana Prince a Super-Heroína de Lazo de la Verdad y avión transparene. Sé que fue todo un drama cuando le cortaron su melena negra de amazona.

Lo que no sabía es que actualmente las historias de la mujer maravilla las escribe una mujer, Gail Simone. Una mujer que, además de escribir historietas, se preocupa por la muerte de tantos personajes femeninos en los cómics de super-héroes y hace un proyecto al respecto. Una mujer que piensa que la Mujer Maravilla está más allá de discursos anti-hombres porque sabe que se tiene que convivir en igualdad. Una mujer que se atreve a sugerir que la Mujer Maravilla es un ser sexual, a diferencia del referente divino de pureza que se le atribuye desde otras lecturas. Me encanta que un personaje que ha representado para tantas la posibilidad de ser mujeres fuertes siga existiendo. Y me gusta más que quien está detrás de la Mujer Maravilla sea una maravillosa mujer enamorada de su personaje. Cuando Simone tomó el proyecto como la primera escritora femenina de planta de la Mujer Maravilla, una reseña describió así su primer número:

Lo que Simone ha hecho es capturar la esencia de todo lo que la Mujer Maravilla es y debería ser. Ella es fuerte. Ella es inteligente. Ella es astuta. Ella tiene un seco sentido del humor. Ella es más que capaz de desenvolverse en una pelea, pero siempre busca la manera de evitar pelear si es posible. Es compasiva. Es comprensiva. Ella es, en pocas palabras, todo lo maravilloso que su nombre implica.




Creo que no nos haría mal revisitar este personaje y, al menos en mi caso, conocer a esta autora. Un fin de semana largo es un buen pretexto para hacerlo.

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