De nuevo es viernes. Y ahora sí estoy enojada. Como se reportó en varios medios, nacionales e internacionales, desmantelaron y detuvieron a los responsables de una maquila clandestina de bolsas y pinzas para ropa. Rescataron a 107 personas, menores de edad, ancianos, muchos de ellos indígenas, y se descubrieron historias terribles de mala alimentación y abusos sexuales. Una muestra más de que vivimos en un país en donde los derechos de las mal llamadas minorías, son los que menos importan, a las autoridades, a las empresas, carajo, si hasta entre nosotros mismos nos hacemos pendejos cuando se trata de maltrato "a los mismos de siempre".
Nos encanta referirnos a lo injustos y horribles que son los métodos de trabajo en China, cuando esas situaciones se dan en nuestros barrios, en nuestras ciudades, y quedan como notas que quizá nos amarguen el desayuno, nos hagan mover la cabeza en desaprobación y ya. De regreso a nuestras vidas, de regreso a "la tienda departamental" en busca del nuevo par de zapatos, del perfume, del trapito que nos hará sentirnos mejor acerca de nosotras mismas. Que pondrán en una de esas bolsas de plástico, de esas cajas de regalo que se hicieron a costa de hacer sentir a 107 personas que eran menos que nada. A costa de que 107 personas fueran violadas física y emocionalmente. De que a 107 personas las quebraran como nosotros nunca sabremos que es posible.
Lo peor es que "la tienda departamental" no ha hecho nada al respecto. No se ha pronunciado en ningún sentido, no ha pedido disculpas, no ha prometido reforzar su compromiso con ese vago concepto al que en esos corporativos llaman "responsabilidad social". Y peor aún, que en los medios de este país casi no se menciona, como debería hacerse, que "la tienda departamental" es Liverpool. Información que todos deberíamos tener para poder tomar la decisión, si nos pareciera pertinente, de no comprar en esa tienda, de no seguir apoyando su desafane de una situación como ésta. Así que me parece apropiado hacer algo, por pequeño que sea, empezando por dar a conocer que Liverpool es "la tienda departamental" a la que se vendían las bolsas y pinzas hechas por esclavos, y que esta empresa, tan enfática en mantener los valores tradicionales (como que todas sus empleadas tengan que ir a trabajar en falda y medias - como buenas mujercitas, nada de pantalones, como la navidad nevada que todos en latinoamérica compartimos, etcétera, etcétera) sin ningún tipo de remordimiento, sin ningún tipo de conciencia, si no se hubiera destapado esa cloaca, en este momento seguiría recibiendo sin ningún tapujo esas cajas navideñas para empacar los regalos que tenemos que comprar como parte de nuestras obligaciones de esta temporada.
En este momento sólo se me ocurre hacer eso. Estoy enojada. Sólo puedo compartir la información que tengo, y empezar por tomar la decisión de no pararme en un Liverpool y mucho menos dejarles los pocos pesos que tengo para que puedan seguir manteniendo a seres desalmados como los que mantenían su supuesto centro de rehabilitación. Pero en cuanto el enojo se asiente un poco, tengo pensado, tenemos pensado con otras personas, redactar volantes y repartirlos en las tiendas, hacer algún tipo de intervención que manifieste nuestro desacuerdo con una empresa que no es socialmente responsable, y sobre todo, nuestra indignación con ese silencio que quieren tender como un velo sobre sus despreciables acciones,